Hemos conseguido acceder a internet en el trabajo, porque NO tener internet en el trabajo en el año 2008 es un atraso. Nos hemos hecho con una contraseña en el mercado negro de los becarios y ahora ya podemos perder el tiempo como dios manda, como todo hijo de la Administración. Desde que tenemos internet la luz del baño parpadea todo el rato, como si cada vez que te entran ganas de mear te teletransportaras a una película de Jaume Balagueró. Qué cosas.
Ultimamente me enervan algunas cosas que tengo que sufrir a menudo: la que más me altera es el tema de las escaleras mecánicas del metro. Por la mañana, con tanta gente, hay que estar organizados y ser cívicos, y si (casi) todo el mundo se pone a la derecha de las escaleras si no tiene prisa y los que tienen prisa van subiendo por la izquierda... ¿por qué coño siempre hay algún cabrón que se para en la izquierda para hablar con quién esté? De verdad, es que es horrible. Una vez leí una tira de Mauro Entrialgo que hablaba sobre el jet lag. Decía que la forma de saber si estabas en un aeropuerto español era comprobar si se cumplía esta norma cívica internacional no escrita. Si la gente no la respetaba, obviamente estabas en "la piel de toro" (puagh, qué asco de expresión) Otra cosa que no puedo soportar es el vocabulario de uno que trabaja al lado de nuestra mesa en la oficina. Tiene dos muletillas: HIJOPUTA y MARICONA. Llega un compañero suyo por la mañana y le dice: ¿qué tal, hijoputa? o ¿qué tal, maricona? Repite esas dos palabros continuamente, y es muy molesto. No me ponen nervioso los tacos, me pone nervioso que se usen para TODO. Cuando Chico y Chica sacaron el STATUS me parecía divertido decir PUTA o PUTO delante de las cosas, pero era algo pasajero y humorístico. Este chaval lo tiene integradísimo. Vamos, que me lo imagino en la oposición, delante del tribunal, diciendo: ponédmelo fácil, mariconas.
Otras cosas que me molestan: que desconocidos o NO amigos me pidan tabaco, los titulares de los periódicos gratuitos, la obsesión enfermiza por la vida sana, la caridad y el hablar por hablar. Esto a bote pronto, que me molestan muchas más cosas.
Este mes se acaban los cumpleaños en el grupo durante unos meses. Menos mal, porque dos o tres cumpleaños al mes entre enero y mayo, a diez euros de regalo por cumpleaños, hacen un total de la edad de Cristo al cuadrado. Vamos, que no llego a encontrar trabajo y los hubiera tenido que financiar robando una tienda de chinos o una gasolinera o rascando las sobras de los alunizajes de la milla de oro de Madrid. En Mayo cumplen: Marta, Miguel, Ana y Henar. También mi hermana mayor y la hija que va a parir esta semana. Acabo de recibir una llamada de Jaime diciéndome que mañana tenemos OTRO cumpleaños. De verdad, el regalar SE VA A ACABAR.
Me he despertado con un trancazo de tres pares de cojones (taco), me he tomado un frenadol para engañar al cuerpo y me he ido a trabajar. A eso de las 2 de la tarde me ha empezado a caer moquillo sin parar y no tenía kleenex y he tenido que tirar del papel para secarse las manos del trabajo, que es como la lija del 15. Por lo menos sólo son mocos, y un ligero dolor de cabeza provocado por la cantidad de mocos acumulados. Espero que no vaya a más, que ya me veo yendo a trabajar todos los días y cuando llegue a Barcelona sufrir el típico bajón que te jode las vacaciones y el festival.
Me voy a poner un par de capítulos de South Park y a echarme una siesta reparadora (mínimo hora y media, máximo tres)
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Agur
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