El miercoles era libre. Aun así me desperté a las 7.30 para ir a la universidad a preinscribirme en Publicidad y Relaciones Públicas. No es que me apetezca especialmente tirarme otros dos años en ese edificio de cemento mala onda, pero lo veo como una inversión de futuro que quizá me saque de este agujero negro laboral en el que me encuentro desde que acabé la carrera. Además, es solo una de las puertas que me abro para el futuro, porque primero me tienen que aceptar, que no creo que sea coser y cantar entrar en cuarto de carrera así como así. Las ciencias de la información están muy solicitadas y muy masificadas. Cuando llegué a casa eran las 10.30, y en un ayaque de actividad agarré la bici y pedaleé hasta Bankinter, que tenía que cobrar el finiquito del anterior trabajo, que con el horario del último trabajo no tenía tiempo ni de acercarme al banco a cobrar lo que me pertenece. Y de ahí ya hice todos los recados monetarios que tenía que hacer: ingresar el dinero en mi cuenta e ingresar el dinero para el regalo de bodas de Ana en la cuenta de una amiga. Incluso aproveché y compré el pan. Casi atropello a un niño y a su pequeño perro con la bici, pero es que parecía que estaban escondidos esperando a que llegara yo para salir corriendo en plan "inicio de drama familiar". La madre me echó una mirada asesina, pero la culpa fue de su hijo y suya, por tenerlo suelto. Es verdad eso de que a uno no se le olvida montar en bici. Me dormí una siesta reparadora antes y después de comer (pollo asado, ñam) y me largué a Madrid que Pablo me tenía que dar unos papelajos del otro Pablo. Antes estuve 4 horas buscando unos zapatos que no encontré. Para la boda de Ana me quiero poner unos naúticos azules marinos con los cordones blancos. Vamos, los clásicos naúticos de padre de los 80-90. Pues bien, no encontré nada, más que unos parecidos (pero no los que yo quería) en El Corte Inglés, de rebajas, a 70 €. Mi situación económica no me da para gastarme tanto, yo quiero una falsificación tipo guerrilleros. Me tomé una cañeja con Pablo y a casa a dormir.
El jueves me desperté todavía más temprano que el miércoles para ir a hacer los papelajos de Pablo a la Embajada de La India. Después de esperar bastante me fui a cortarme el pelo a El Traskilón, mi peluquería favorita por los precios y por la falta de pretensiones y de postureo a pesar de encontrarse en el corazón de la modernidad, la calle Velarde en Malasaña. Con el pelo bien fresh me cogí un metro al aeropuerto, que mi hermana pequeña salía hacia Londres sin fecha determinada de vuelta. Se va de au pair de mi sobrina. Todo queda en familia.
En el metro estuve ojeando (¿u hojeando? valen las dos, ¿no? una ojear de "ver" y otra hojear de "pasar hojas") el último número de Vice, que es especial México. Las portadas de esta revista siempre son muy chulas, pero esta es especialmente bonita. Sale una niña mexicana disfrazada de conejo con la cabeza del disfraz en la mano y semblante triste. Dentro viene un reportaje sobre un parque de Méico D.F. en el que una mujer se dedica a coger a niños con problemas y les da trabajo disfrazándolos para que los turistas se hagan fotos con ellos. Las historias son muy tiernas y dan un poco de pena, y los disfraces están hechos a mano por la señora salva-niños. Muy guay todo.
Me despedí de mi hermana y me volví a casa con mi madre en coche. Nos equivocamos de salida y tuvimos que ir por el centro de Madrid, y al pasar por las torres nuevas flipé. Ya las había visto desde Chamartín (y desde mi casa en Majadahonda, que se ven las torres y el pirulí, entre muchas otras cosas) pero de cerca son mucho más impresionantes. Miguel me decía ayer que Nueva York debe ser así, pero todo el rato, no solo 4 torres. Cuando vaya a Nueva York lo comprobaré, pero por el momento no creo que eso ocurra. Llegamos, comimos (pollo asado de sobras, ñam) y me dormí un poco, que habíamos quedado por la noche para cenar y estaba en pie desde horas intempestivas. Llamé a Miguel por la tarde y me lo cogió Marina, y me contó que cuando venía a Majadahonda no podía parar de pensar en La Madrileña, un bar de por aquí. Le encanta, está viciada a sus cañas, es fan de sus aceitunas aliñadas. Dice que cualquier cosica que te den le parece bien, porque en Barcelonn el mundo tapeja con cañeja se estila poco tirando a nada. La cena: fuimos a La Taberna Griega y vaya circo. Despedidas de soltera incluidas. La comida rica pero no muy abundante y el espectáculo... citando a Adrián: esto es como el Gula Gula, pero humilde. Un travesti gigante (Ru Paul + Pancho Céspedes) y un efebo griego hacían coñas "verdes" que no hacían gracia ni a las señoras. Hasta cantaron una de Pimpinela. Todo muy cliché. El dueño del local se enfadó con nosotros porque no queríamos tomar el menú desgutación que nos parecía carísimo y tiramos de carta rollo un plato y dos cervezas. La cerveza griega Mythos deja mucho que desear, está aguada y te deja un regustillo a miel-néctar de los dioses que no mola nada. Sacaron a Pablo y a Sara a bailar un sirtaky, tiramos una fotos, rompieron unos platos y salimos cagando melodillas. De ahí paseamos lenta lenta lentamente hasta el Costello, que pinchaba Selene. Le dimos un cd de El Guincho y nos puso ANTILLAS. Y justo después Crazy in love y después Solta o frango. No había bailado tanto sobrio desde hacía años. Qué guay, voy a volver a incluir el disco de Bonde do Role entre mis favs. Por el Costello andaban algunos de Jugoplástika, que habían tocado por la tarde en el forum de la FNAC, con llenazo y calor insoportable. Otro grupo que me gusta y que nunca he visto, a ver cuándo voy.
Esta tarde rumbo Summercase. No sé ni quién toca cuándo ni dónde. Espero que me den el típico libreto con los horarios (si los miro ahora no me voy a acordar) Queremos ir pronto, que todos los años hemos llegado a las 9 o así y al día siguiente descubres que a las 7 ha tocado tu banda favorita. Este año estaba pasando del FIB, pero desde ayer no paran de hablar del puto festival en todos lados y me ha dado morriña y ganas de ir, pero viendo el cartel otra vez digo NO. Me apetece ver 5 o 6 grupos de los que tocan. No me gusta Morrisey, ni Leonard Cohen, ni Death Cab for Cutie, ni Mika, ni Babyshambles (a los que he visto dos veces, y para más inri en los dos últimos FIB)... Así que pagar 170 euros para ver a EL Guincho, Roisin Murphy, Gnarls Barkley, Lightspeed Champion y Single, pues NO.
A ver cómo se nos da el festival. Esta tarde da comienzo LA PUTA GUERRA DE LOS FESTIVALES. ¿Quién ganará? Desde luego, el público me atrevo a vaticinar que NI DE COÑA.
De momento, ahorita mismo me voy con Miguel y Marina a La Madrileña.
SZA sueña despierta en la flotante ‘Kitchen’
Hace 1 hora
1 comentario:
me encanta que cuentas hasta el ultimo detalle..
bici? tenis? piscina? nada?
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