¡Hola!
Toda la semana con lo de siempre: "Tengo que actualizar", "a ver qué he apuntado", "ahora no, que no me apetece", "uff, ya son las 12, me voy a la cama", etc. Pero hoy no me escapo. Lisensiado Domingues se merece un respeto.
Hace unos findes estuvimos en una fiesta promocional de una marca de tabaco y lo pasamos fenomenal. Estuvimos haciéndonos fotos en la zona VIP, estuvimos enredando allí como dos horas, nos echaron de la zona VIP (no sin llevarnos una buena colección de fotos que nos van a venir de perlas para flyers), bebimos gratis y comprobamos que hay calidades en el mundo POLIKLYN, los W.C. de festivales. Tenían unos finísimos con taza de verdad (no de plástico) y con agua corriente para lavarse las manos y con papel y con luz. Un lujo que exigimos para el Primavera del año pasado. Marta, Santi y yo nos cogimos un taxi a Majadahonda sin miramientos, pero los demás se quedaron dándolo todo.
La semana pasó un poco sin pena ni gloria. El lunes nos llegó el pedido de Threadless con un sabor agridulce: por un lado, las camis son geniales y nos encantan, pero por otro, nos pillaron el paquete en aduanas y nos metieron un sablazo que ya ya... La verdad es que eran 33 camisetas (para 10 personas), así que la cosa, repartida, nos salió bien. El caso es que tengo un cabreo con Correos que lo flipas, porque no me llegan las cosas a casa, ni me dejan aviso ni nada. Tuve que ir a la oficina y preguntar si, un mes después de hacer el pedido, había llegado. Y sí había llegado, claro, 10 días antes. La única explicación que me dieron fue que "el cartero debe ser nuevo". Pues... fenomenal, moza. Como el cartero es nuevo, no me trae las cartas y las devuelven.
El martes quedé con Pablo, Adrián y Alber para darles sus camisetas. Fuimos al Tabula Café, donde nos trataron muy bien, aunque una caña cuesta 2,5€urodolars. A Pablo le habían dado buenas noticias y nos invitó a unas papas con mojo picón que nos supieron a gloria bendita. En realidad, Adrián estuvo 5 minutos, que se iba al teatro y tenía que temrinar maletas y jaleos, que ya no le vemos hasta mediados de agosto.
El jueves, por falta de tiempo, tuve que hacer la maleta para el finde. A medida que se acercaba el finde me ponía más nervioso, porque el viaje a Londres me apetecía un montón y quería que todo saliese bien y tener tiempo para hacer todo lo que quería hacer. Ese mismo jueves me corté el pelo en un Spejo's al lado de mi curro, y salí tan contento. Por la tarde quedé con Miguel y Marina, que habían venido de Barcelona. Como no, fuimos a La Maloka, que es la primera parada obligatoria si Marina está en Majadahonda. Después de dos cañejas y unas patatas Maloka, me fui a la Madrileña a cenar como un señor con mi familia. Todas las visitas, etc. tenían una razón de ser, uno de los eventos del año: la boda de Gerardo y Leticia.
El viernes era tan magno acontecimiento, y tuve un día jodido en el curro, llegué a casa baldado. Me eché una siestecita de una hora y me puse todo maqueado para asistir a la boda de mi amiga. Cómo molan las bodas de los amigos, en las que no tienes casi responsabilidad y eres el último mono y nadie sabe quién eres. Como la de Ana del año pasado. La iglesia de Santa Bárbara me pareció preciosa, nunca había estado. Eso sí, tengo que reconocer que a algunos los ritos católicos nos adn urticaria y nos fuimos a una taberna irlandesa a tomarnos unas pintas tras escuchar unos pasajes horribles del Génesis en los que se dice que la mujer sale del hombre y que está para servir y para ser un objeto y un robot cuyo mando a distancia tiene el macho alfa. Luego se pusieron con que si vamos a rezar y no sé qué y ahí nos salimos. Después de la ceremonia, fotos y al autobús. Era operación salida y tardamos un poco en llegar a La Quinta de Jarama, un sitio guay para celebrar bodas. Con sus jardincitos, su río, sus camareros educadísimos, sus amplios salones y sus cuartos de baño con sofá (!!!)
Nos reencontramos en la mesa con Luna, a la que no veía desde hacía más de 10 años. Intentamos ser los más escandalosos de la cena con gritos de "¡Viva los novios!", "¡Que se besen!" y tal, pero nos pusieron al lado de los amigos del novio que nos ganaron (incluso lo mantearon, too much para nosotros) El baile se abrió con la emocionante e in crescendo Hey Jude de The Beatles, que acabamos bailando y cantando a grito pelao. Había una barra de copas y otra de cócteles. La de los cócteles era total, con camareros haciendo malabares con las cocteleras y las botellas, un puntazo. Lo siguiente fue lo típico de una boda: bailar Shakira, hablar de lo humano y lo divino, hacerse fotos, querer mazo a todos tus amigos, hablar con gente a la que no volverás a ver y ni siquiera sabes su nombre... En fin, un bodorrio divertidísimo. Al final a Marina se le olvidó organizar el photocall.
El viaje a Londres, en otro post, que me está resultando larguísimo...
PADRES ELFOS
Hace 1 hora
1 comentario:
Jooo, ¿por qué habéis cerrado el cotilleo indie? ¿Ha sido por los trolls? ¡Yo estaba enganchada!
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